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martes, 4 de noviembre de 2008

VIDA Y OBRA Desde 1817 hasta 1820

El año 1817 se inició más pródigo en reveses todavía, escalonando en enero las jornadas infaustas de Catalán, el 4; Aguapey, el 19; y la pérdida de Montevideo, donde Lecor entró vencedor el 20, enarbolando en la Ciudadela las banderas de Portugal. Los cabildantes, escasos de dignidad, se mostraron obsecuentes y sumisos al extranjero.
Mientras tanto, Artigas, que exigía al Directorio se definiera ante la lucha contra el enemigo portugués, no obtuvo respuesta, y entonces, responsabilizándolo ante las aras de la patria de su inacción y de su traición a los intereses comunes, le declaró la guerra el 13 de noviembre de 1817.
A esa hora, la Provincia Oriental estaba perdida militarmente: jefes de prestigio como Bauza y los hermanos Oribe habían defeccionado las filas artiguistas en octubre, y Lavalleja y Torgués fueron tomados prisioneros en febrero del año siguiente.
En 1819, la situación ante los progresos de los portugueses sólo alcanzó a empeorarse al cabo de dos años de guerra tan despareja como enconada y sangrienta, y aunque el 4 de diciembre el sol de una promisora victoria brilló para los nuestros en el combate de Santa María el 22 de enero de 1820, Andrés Latorre perdió la batalla de Tacuarembó, revés que configuró un verdadero desastre.
Recuperar la patria en el litoral ganando la guerra a Buenos Aires, era la única concepción genial que podía imaginarse, y Artigas iba a tentarla empleando en ella su último empuje y su postrer esfuerzo.
Con un corto número de hombres a caballo -tal vez no sumarían 300- vadeó el Uruguay por última vez, a solicitar el auxilio de los caudillos federales de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, que se habían formado a su lado, y a los cuales él había enseñado a vencer. Pero sus antiguos tenientes habían crecido sobremanera y entonces tenían ya no sólo intereses propios, sino alarmantes ambiciones de mando, y no podían acudir con ánimo entero al llamado del antiguo Protector. Las intrigas, las promesas y el dinero de Buenos Aires trabajaban y obtenían resultados maravillosos. De este modo Artigas sólo encontraría indiferentes o enemigos declarados como Francisco Ramírez, el Gobernador de Entre Ríos, que lo desacató en forma abierta e insolente.
Artigas, que no era hombre capaz de soportar actitudes semejantes sin primero jugarse íntegro. Llevó sus armas contra el Gobernador y lo batió completamente en Las Guachas el 13 de junio de 1820, pero Ramírez, cuya inconducta le había ganado el apodo de "El Traidor" -que debía acompañarlo para siempre en la historia- logró rehacerse gracias a las tropas y las armas que el gobierno de Sarratea le proporcionó desde Buenos Aires y Artigas fue derrotado sucesivamente en Bajada del Paraná, las Tunas y Abalos en el término del invierno.
Toda esperanza estaba perdida; "el plan genial" no pudo ser realidad, y de este lado del río, el Coronel Fructuoso Rivera -último jefe de la resistencia nacional- se había visto en la precisión de rendirse al extranjero odiado.

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