Para descubrir su personalidad y ver aún más allá ese ser que se nos presenta como un héroe de bronce lejano. Trataremos de ingresar al interior al hombre de carne y hueso que convivía con sus semejantes, que tuvo una vida real, problemas cotidianos y familiares. Que estaba dividido entre su familia, su deber, y su amor a la libertad.
Esa libertad tan buscada era primordial para él; aún más allá su deseo incluye los derechos de todos los hombres.
José Artigas fué un ser humano sincero, leal a sus principios, fue un hombre amante de la justicia y la razón. Con gran lucidez e inteligencia estimulada en sus estudios en el Convento de San Bernardino que dirigían los padres franciscanos donde se le enseñó a escribir, la arimética elemental, doctrina cristiana, lengua y gramática latina. Fue además amigo del sabio naturalista Felix de Azara: recibió los cuentos y las vivencias y los cuentos de negros y esclavos.
Entendia que la razón se identificaba con la justicia porque conducia necesariamente hacia ella.
Opinión de Mitre en su "Manuscrito sobre Artigas"
"Sereno y fecundo, siempre se mostró superior al peligro, Artigas era verdaderamente un hombre de hierro. Cuando concebia un proyecto no había nada que lo detuviera en su ejecución; su voluntada poderosa era el temple de su alma y el que posea esta palanca puede reposar tranquilo sobre el logro de su empresa... original, en sus pensamientos como en sus maneras, su individual maracada
hería de un modo profundo la mente del pueblo.
Sobre su carácter da testimonio Doña Josefa Ravia, sobrina de José Artigas, quien a solicitud de Justo Maeso formuló declaraciones de un recuerdo directo:
Fragmento: “... En cuanto al carácter personal de Artigas, lo tengo muy presente. desde niña he estado oyendo diálogos de tía Martina Artigas, hermana del tío Pepe, con mi tía Josefina Ravia...
Ellos decían que don Pepe era muy paseandero y muy amigo de sociedad, y de visitas, así como de vestirse bien a lo cabildante (alias cajetilla); y que se hacía atraer la voluntad de las personas por su modo amable y cariñoso...”
Consustanciado con la razón y la justicia está el sentimiento del honor; éste era la base de su hombría; era el hispánico sentimiento del honor que llevaba en sus genes. Sin embargo no era un ser frío, seco, duro, calculador o un analista rígido e inflexible. Tenia una inteligencia creadora que se adaptaba a las circunstancias y a las personas.
Artigas amaba a los hombres, a sus amigos, a los humildes, a las cosas bellas del arte o de la naturaleza, sentía la grandeza de la vida y de la muerte.
Otro don característico de su personalidad era el de ser clemente; lo fue en la batalla de las Piedras, lo fue con los enemigos engrillados que le envió el gobierno de Buenos Aires para que los matara.
Su alma generosa estaba dolorida; “Me es bastante doloroso oír los lamentos de mI Padre a quien amo y venero” nos dice con referencia a su padre y a su suegra dice otra vez a mediados de 1809: “Mi más venerada señora. Aquí estamos pasando trabajos, siempre a caballo para garantizar a los vecinos de los malevos. Siento en el alma el estado de ml querida Rafaela. Venga Ud. cuanto tenga tiempo para asistirla que es lo primero , y atender a mi querido José María”. Aquí nos muestra su preocupación por su esposa enferma y su hijo como cualquier ser humano pide ayuda a su suegra para que cuide de ellos en su ausencia mi querido José María”. Aquí nos muestra su preocupación por su esposa enferma y su hijo como cualquier ser humano pide ayuda a su suegra para que cuide de ellos en su ausencia.
En sus momentos de sufrimiento cuando su familia lo crítica se refugia en Dios; en otra carta a su suegra le dice José Artigas:
Fragmento: “... Parece que Dios nos ha tenido guardado estos regalos para que en el día todo se me junten; no ignora Ud. la estimación que le he hecho aunque yo he sabido que entre la familia dicen que la he dejado lirada y que yo salí por mi gusto (no) porque me hubiese mandato. Yo con ansias desearía que eso que lo dicen me aliviasen trabajos que yo paso...al fin Dios le alivie sus males...
Era un muy buen bailarín que enamoraba a las mujeres y tocaba el acordeón y la guitarra. Con bailes, música y comilonas se festejaba los triunfos de la patria.
Era dadivoso: dona en 1808 un terreno en Batoví “sin ningún interés a Cosme y sus hijos; un par de pistolas a Andresito en 1815; un par de botas a Cáceres y pide que no olviden “darles a las chinas de San Antonio un par de poyeras”.
Fue a la lucha jugándose entero sin ceder “al bajo precio de la necesidad” y ofreciendo pelear con todas su fuerzas: “con las uñas y con los dientes y con palos” o “con perros cimarrones” si necesario fuese.
Era un valiente y era un hombre con sus temores y angustias. Un día, durante la invasión portuguesa, mientras dormía bajo un ranchito de arcos que acababan de construir, despierta al sentir un aliento en los pies, luego en los costados, luego un cuerpo pesado sobre el suyo, y al ver que era un tigre, salta arrojando al animal, que huía ya con un perro de Artigas entre los dientes y volteando por lo aires al ranchito.
Era un extrovertido, que se desdobló en la facundia de sus sentencias escritas tanto como en su simpatía de caudillo que cuando niño lo hacía ser “la primera figura entre los muchos compañeros” y que más tarde lo hizo centro de arrastre de cien pueblos y de seis provincias.
El sufrimiento de los reveses recibidos lo hacían muchas veces reconcentrarse y es entonces cuando se ponía un gorro blanco a cuya vista los habitantes de Purificación decían, “amaneció alunado”; valga el testimonio del viejo don Pedro Barrios. Pero su fortaleza moral le ayudaba a sobreponerse a todo.
Trataba a todos con cariño y consideración, salvo a los ladrones, asesinos y viciosos para quienes usó siempre la severidad. Odiaba la traición y la mentira.
Le tocó no sólo resolver los conflictos entre las distintas facciones dentro de la propia provincia, sino también tomar medidas para reconstruir la desgastada economía rural. Fue en este aspecto donde mostró su ideario revolucionario, aplicando medidas que translucían su conocimiento del medio y su entendimiento hondamente populista que echaron las bases para una sociedad más justa.
El Prócer no luchó contra los Españoles, con los Portugueses, con el gobierno de Buenos Aires con el fin de la lucha en sí. No fue un bandolero ignorante. Todos sus movimientos tenían un propósito que fue el producto de su razón y sus conocimientos tanto políticos como humanos. En sus frases está delineada su personalidad y su justiciera conducta; como por ejemplo en estas: La causa de los pueblos no admite demora”, “Que los más necesitados sean los más privilegiados”, “Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos”.
Sus ancestros provenían de Zaragoza - España; éstos lucharon en la guerra de Sucesión Española en un ejército con disciplina formado por jefes y soldados con disciplina militar; una vez llegados a la Banda Oriental continuaron sirviendo a España. Quizás estos genes heredados por Artigas influyeron en su personalidad. Sin embargo Artigas eligió como sus soldados, como su ejército; a los criollos, a los desamparados, a los negros esclavos prófugos que vagaban libres por el campo; a los indios a los que consideraba como los verdaderos dueños de estas tierras. “Yo deseo que los indios, en sus pueblos se gobiernen por sí....”
Conocía cómo era la gente de la ciudad y la del campo porque a los 16 años en la estancia de su padre y de otros amigos supo del duro trabajo del hombre de campo y fue él mismo un diestro hombre rural, transformando su físico en el de un hombre fuerte y saludable. Aprendió a amar la libertad que da el campo. Se sentía libre y se unió a los hombres libres como él y juntos compartieron fatigas y peligros. Conoció al criollo vagabundo, al negro fugitivo vuelto a la libertad y al charrúa indómitos con su familia de arrastro.
Cuando Artigas tenía 21 años nace su primer hijo, Manuel Artigas “El Caciquillo” quien será su nexo con los indios con los que mantiene un vinculo permanente. Artigas era para ellos “el Padre Artigas” y él no traiciona su confianza, protegiéndolo.;cuando siendo oficial de Blandengues actuó de manera de hacer fracasar una operación de Rocamora para aplastar a los indios. Esto demuestra que José Artigas era fiel a sus amigos una de las característica de su personalidad es la de no soportar la traición. Los indios lo acompañaron en su lucha por la libertad. Dirá Artigas: “Estos robustos brazos darán nuevo ser a estas fértiles campañas, que por su población no descubren todo lo que en cierran, ni toda la riqueza que son capaces de producir”; se ocupará de conseguirles vacunas, elementos para enseñar las primeras letras. Indios guaycurúes y abipones, llegan desde la profundidad del Chaco en busca de Artigas que los trata con humanidad y consideración.
miércoles, 29 de octubre de 2008
martes, 21 de octubre de 2008
Artigas y sus primeros pasos
José Gervasio Artigas nació el 19 de junio de 1764, hijo de Martín José Artigas y Francisca Antonia Arnal, fue bautisado en la catedral de Montevideo, su abuelo Juan Antonio Artigas fue uno de los primeros pobladores de la ciudad.
Cioncurrió al colegio Fransiscano a donde recibió la enseñanza de la época y paso su juventud a ocuparse en faenas rurales en la campaña despoblada, donde las autoridades poco más que nominales, eran incapaces de tener a raya al gauchaje levantisco, y contener los avances y tropelias de los grupos de indios charrúas y minuanos, más numerosos, pero no menos perores, que los contrabandistas portugueses que frecuentaban la zona.
La carreras de armas de José Artigas comenzó el 10 de marzo de 1797, cuando ingresó al Cuerpo de Blandengues, unidad militar cuyas funciones eran de policia y vigilancia.
Al comienzo tuvo a su cargo una pequeña partida recorredora de los campos, y ascendió suscesivamente a ayudante mayor de milicias de caballerias y luego a capitán, hasta que el tres de septiembre de 1810 recibió el mando de una compañia veterana de Blandengues de la Frontera.
Su actividad fue de gran importancia para el orden en el ambito rural, para los estancieros y pobladores de la campaña, garantía de ciertas vidas y haciendas.
En el cuerpo de Blandegues fue donde comprendió la escencia de la realidad popular que debia imponer las directivas a su obra de hombre público, tuvo ocasión de convivir, casi un año, en intimo contacto con Félix de Azara, sabio naturalista español y hombre de profundos y variados conocimientos, cuyas ideas en materia económico-social Artigas asimiló indudablemente, pues aparecen más tarde en varias de sus concepciones de hombre de gobierno.
Las autoridades superiores de la colonia compartian un muy buen concepto sobre el general Artigas, querido y respetado por la gente de campo, su valor y sus condiciones de soladado se hacian presentes de modo natural.
Cioncurrió al colegio Fransiscano a donde recibió la enseñanza de la época y paso su juventud a ocuparse en faenas rurales en la campaña despoblada, donde las autoridades poco más que nominales, eran incapaces de tener a raya al gauchaje levantisco, y contener los avances y tropelias de los grupos de indios charrúas y minuanos, más numerosos, pero no menos perores, que los contrabandistas portugueses que frecuentaban la zona.
La carreras de armas de José Artigas comenzó el 10 de marzo de 1797, cuando ingresó al Cuerpo de Blandengues, unidad militar cuyas funciones eran de policia y vigilancia.
Al comienzo tuvo a su cargo una pequeña partida recorredora de los campos, y ascendió suscesivamente a ayudante mayor de milicias de caballerias y luego a capitán, hasta que el tres de septiembre de 1810 recibió el mando de una compañia veterana de Blandengues de la Frontera.
Su actividad fue de gran importancia para el orden en el ambito rural, para los estancieros y pobladores de la campaña, garantía de ciertas vidas y haciendas.
En el cuerpo de Blandegues fue donde comprendió la escencia de la realidad popular que debia imponer las directivas a su obra de hombre público, tuvo ocasión de convivir, casi un año, en intimo contacto con Félix de Azara, sabio naturalista español y hombre de profundos y variados conocimientos, cuyas ideas en materia económico-social Artigas asimiló indudablemente, pues aparecen más tarde en varias de sus concepciones de hombre de gobierno.
Las autoridades superiores de la colonia compartian un muy buen concepto sobre el general Artigas, querido y respetado por la gente de campo, su valor y sus condiciones de soladado se hacian presentes de modo natural.
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